Los Tres Grandes y su Legado: Cómo Naruto, Bleach y One Piece Inspiraron a la Nueva Generación del Shounen
10 de mayo de 2025

Durante la década de los 2000, tres nombres dominaron la revista Shonen Jump y marcaron una época dorada para el anime y el manga: Naruto, Bleach y One Piece. Conocidos como “Los Tres Grandes”, estas series no solo conquistaron a millones de fans en todo el mundo, sino que también pusieron las bases del género shounen moderno. Hoy, aunque nuevas historias ocupan la portada de la revista, su legado sigue más vivo que nunca.
Imagen destacada: “Luffy, Ichigo, and Naruto Wallpaper” por Mazaroh, licenciada bajo CC BY-NC 3.0.
Desde siempre he tenido cierta debilidad por este tipo de historias de la Shounen Jump. Son ese clásico viaje del héroe donde el protagonista empieza siendo un don nadie y poco a poco va ganando poder, amigos, enemigos y capítulos a montones. Para muchos, ese fue el tipo de anime con el que empezamos. Yo no fui la excepción. Historias como Dragon Ball Z, Bleach, Naruto y One Piece marcaron generaciones. Y aunque hoy las discusiones sobre cuál es la mejor siguen vivas en redes sociales, en lo personal, aprendí a disfrutarlas por etapas.
Empecé con una, la dejé un rato, pasé a otra, me cansé por culpa de los rellenos, volví a otra, y al final terminé enganchado con la última. Si ya te imaginas de cuál hablo, felicidades. No hay premio, pero te cuento cómo fue el camino.
Naruto: El inicio del viaje
Recuerdo perfectamente la época del boom de Naruto. Era joven e inexperto (bueno, ahora al menos tengo más experiencia). Todos hablaban del anime y me animé a verlo. La historia era atrapante desde el comienzo. Naruto, con todo su torpe carisma, tenía esa energía clásica del protagonista shounen: testarudo, ruidoso, algo tonto, pero con un objetivo claro —ser Hokage y proteger a su aldea.
Era fácil conectar con él, el marginado que solo quería ser aceptado. Y así, entre risas, misiones y la formación del Equipo 7, me fui metiendo en la trama, especialmente cuando se asomaban los dilemas con Sasuke y Sakura, y el conflicto emocional del grupo. Todo iba bien… hasta que llegaron los rellenos.
Y no hablo de uno o dos episodios. Fueron decenas de capítulos que no aportaban nada a la historia principal. Eso me empujó a leer el manga, y fue un cambio total. Descubrí que casi la mitad de la primera serie de Naruto era puro relleno. Por poco pierdo más de 120 capítulos de mi vida viendo misiones genéricas mientras el manga seguía su curso. Ahí entendí que, si quería disfrutar este tipo de historias, tenía que ir directo a la fuente.
Bleach: Del hype al abandono
Después de Naruto, llegó Bleach. La serie me atrapó rápido porque me recordaba a Yu Yu Hakusho, que veía en mis tiempos de Cartoon Network. Pero Bleach tenía su propio sabor. Ichigo no era el protagonista tonto y glotón de siempre; era más serio, más... humano. Sin grandes sueños épicos, simplemente se topó con una responsabilidad que no pidió y tuvo que asumirla.
El diseño de personajes, obra de Tite Kubo, era de lo mejor. Visualmente, la serie era una joya. Y aunque algunos personajes eran más molestos que útiles, la historia se hacía cada vez más interesante, especialmente con la aparición de Aizen. Qué villano. Frío, calculador, elegante, poderoso... probablemente uno de los antagonistas mejor construidos en los shounen. Pero ese fue también su maldición. Después de Aizen, nada en Bleach volvió a tener el mismo impacto. La historia se llenó de power-ups sin sentido, y me terminó alejando.
Incluso con el regreso reciente del anime con el arco de la Guerra Sangrienta de los Mil Años (Thousand-Year Blood War), aunque bien animado y con momentos épicos, no logró recuperar del todo la magia que sentí en esos primeros años.
One Piece: El amor que perdura
Y entonces llegó One Piece. Como ya venía escarmentado con los rellenos, decidí que iría directo al manga. Y fue amor a primera lectura.
La obra de Eiichiro Oda es un testimonio de lo que significa tener una visión a largo plazo. Todo está cuidadosamente conectado. Un personaje que aparece en el capítulo 30 puede volver en el 400 con un papel clave. Y aunque sabemos muy poco del One Piece como tesoro, el hecho de que exista como objetivo le da a la historia un rumbo claro, cosa que Bleach perdió y Naruto fue transformando con el tiempo.
Lo más valioso de One Piece es cómo logra evolucionar sin perder su esencia. Cada arco es único, emocional, político, filosófico. Y aunque a estas alturas ya superó los 1000 capítulos tanto en manga como en anime, no deja de sorprenderme lo vigente que sigue siendo. A día de hoy, lo sigo semana a semana con el mismo entusiasmo de hace años.
Un legado que se transforma
Los tres grandes no solo compartían fama: también compartían una fórmula exitosa. Jóvenes protagonistas con sueños imposibles, rivales poderosos, combates llenos de emoción, y un universo cada vez más complejo a medida que avanzaban los capítulos. Sin embargo, su verdadero impacto se nota en cómo inspiraron a una nueva generación de autores, que crecieron leyendo y viendo estas obras y hoy están escribiendo las suyas.
Jujutsu Kaisen: Naruto con un giro más oscuro
Jujutsu Kaisen es quizás el ejemplo más claro de esta herencia. Su autor, Gege Akutami, ha mencionado en entrevistas su amor por Naruto, y las similitudes están a la vista: Yuji Itadori, como Naruto, alberga dentro de sí un poder maldito (Sukuna) que lo vuelve un paria pero también una pieza clave en la batalla contra las maldiciones. Fushiguro recuerda a Sasuke, y Gojo a una versión moderna y más irreverente de Kakashi.
Sin embargo, Jujutsu Kaisen no se limita a imitar. Añade un tono mucho más maduro, más desesperanzado, y no tiene miedo a mostrar la muerte y el sacrificio desde etapas muy tempranas de la historia. Es un homenaje al pasado, pero con los pies firmes en una nueva era.
Boku no Hero Academia: El sueño del héroe
Boku no Hero Academia también toma muchas bases del shounen clásico. Su protagonista, Deku, hereda un poder legendario y carga con la misión de convertirse en el mayor símbolo de paz del mundo, en un arco muy similar al de Naruto queriendo ser Hokage. Las pruebas escolares, los exámenes, los torneos y hasta las clases de héroes tienen raíces claras en Konoha y sus exámenes chuunin.
Kohei Horikoshi ha declarado abiertamente que Naruto lo influenció profundamente, y eso se nota en cada página. Aun así, Boku no Hero logra su propia identidad, fusionando el shounen japonés con la cultura de los superhéroes occidentales.
Chainsaw Man: El hijo rebelde del shounen
Si Jujutsu Kaisen y Boku no Hero homenajean desde la estructura, Chainsaw Man lo hace desde la ruptura. Tatsuki Fujimoto, su autor, es fan de Bleach, y eso se nota en la estética elegante, las batallas estilizadas, el diseño de personajes y los silencios cargados de tensión. Pero a diferencia de sus predecesores, Fujimoto destroza cualquier expectativa típica del género: aquí, el protagonista no quiere salvar el mundo, solo comer pan con mermelada y tocar una chica.
Chainsaw Man representa esa evolución más punk del shounen: violento, impredecible, a ratos absurdo y emocionalmente brutal. Es el reflejo de una generación que creció con los Tres Grandes, pero que ya no quiere repetirlos, sino subvertirlos.
Más allá de las peleas de fans: respeto entre creadores
Si bien en redes sociales los fans muchas veces enfrentan a estas series como si fueran equipos de fútbol, la realidad entre los autores es muy distinta. Los mangakas se admiran entre ellos profundamente. Existen múltiples homenajes cruzados entre sus obras: Eiichiro Oda (One Piece) dibujó a Nami usando un vestido de la organización Akatsuki, como guiño a Naruto, mientras que Masashi Kishimoto, en el capítulo final de su manga, dibujó el Jolly Roger de los Mugiwara en los rostros de los Hokages como un tributo a Oda.
Cuando Bleach terminó, tanto Kishimoto como Oda dedicaron palabras de respeto a Tite Kubo, reconociendo su contribución al manga y su estilo inconfundible. Hoy en día, esta tradición continúa con los nuevos autores que también se muestran agradecidos con sus influencias, ya sea en entrevistas o en ilustraciones especiales compartidas por la editorial.
Conclusión: El fuego sigue encendido
Los Tres Grandes no solo definieron una era, sino que sentaron las bases para todo lo que vino después. Aunque sus historias principales hayan llegado a su fin (excepto One Piece, que aún sigue en curso), su ADN vive en cada nuevo shounen que aparece en la Jump. Las emociones, los valores y la intensidad de sus batallas siguen inspirando a millones.
Y lo mejor de todo es que el legado continúa, no como una repetición, sino como una evolución. Como diría cierto ninja rubio: “El legado no se hereda, se construye”.